Los enfermos en tiempos de Jesús estaban discriminados. Pensaban que si estaban enfermos o tenían alguna minusvalía (cojera, sordera, ceguera…) era porque habían hecho algo malo y Dios los estaba castigando. Nadie quería estar con ellos. Jesús, en cambio, se acerca a ellos, los acoge y los acompaña.
Nosotros queremos también en estos días, recordar y cuidar a los enfermos, del modo en que podemos hacerlo.