El curso que iniciamos hace unos meses, llega a su término. Seguro que merece la pena pararse un momento y mirar con el corazón lo vivido, lo compartido, lo sufrido, lo superado.  No hemos caminado solos. Recordemos y agradezcamos esos rostros, esas personas que han sabido estar a nuestro lado, y que de diferentes maneras nos han acompañado.

“Gracias, Señor, porque has estado con nosotros. Gracias por todas esas personas que nos han traído tu cariño y tu bondad a lo largo de este curso”.

El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.
(Salmo 28:7)

Cogemos prestadas estas palabras en forma de salmo, con el deseo de que nos ayuden a dar gracias por todas esas personas que llevamos en el corazón.

TE DAMOS GRACIAS CON FUERZA Y TERNURA

Hoy, Señor, queremos cantarte

con nuestra voz humana,

con nuestras palabras torpes y libres

y nuestro lenguaje de calle,

que Tú tan bien entiendes,

porque la comunicación es posible.

 

Por ser viajeros del tren de la vida,

por haber dejado de ser islas,

por adentrarnos por senderos y charcos,

playas, desiertos, montañas y llanos,

por tu presencia viva en esta aventura,

te damos gracias con fuerza y ternura.

 

Por nuestro yo abierto que compartimos,

por nuestro yo íntimo que tanto amamos,

por nuestro yo ciego que a veces nos da miedo

y también por nuestro yo desconocido que va aflorando,

por todo lo que somos y compartimos,

te damos gracias con fuerza y ternura.

 

Por todos los pequeños y grandes caminos

de comunicación, diálogo y encuentro:

por la palabra y el gesto con la mano abierta,

por la sonrisa, el guiño, el beso y las lágrimas,

por el abrazo redondo y todos los sentidos,

te damos gracias con fuerza y ternura.

 

Por los ojos que saben decir lo que llevan dentro,

por los pies que nos acercan a los que están solos,

por el cuerpo que expresa nuestros sentimientos,

por los corazones que laten al unísono,

por quien con su amor nos comunica vida,

te damos gracias con fuerza y ternura.

 

Porque nos hemos puesto en camino a toda prisa,

y hemos entrado en casa del pobre;

porque hay vientres llenos de espíritu vivo,

y tú estás con nosotros a lo largo del camino

como prenda y señal de comunicación,

te damos gracias con fuerza y ternura.

FLORENTINO ULIBARRI

 

¡FELIZ VERANO!